domingo, 27 de septiembre de 2015

ARANCELES vs. CONTRABANDO



Hace ya algún tiempo, el gobierno viene haciendo declaraciones que resaltan la intención de luchar contra el contrabando. Idea acertada, sin duda, aunque suelen presentarse diferentes criterios y puntos de vista en cuanto a la forma en que debe ser implementada.

El pasado fin de semana, se anunció el incremento del arancel (impuesto a la importación) de algunos productos (leche, café, calzados y algunos otros) como una forma de proteger a la industria nacional. La idoneidad de la medida es discutible, pero no es ése el tema que se analizará en estas líneas.
Lo que sí deseo comentar son las declaraciones que al respecto hicieron el Vicepresidente del Estado Plurinacional y el Ministro de Desarrollo Rural y Tierras. César Cocarico dijo que la medida “busca proteger la industria nacional y reducir el ingreso de productos de contrabando, porque daña la economía”, mientras que Álvaro García declaró que “la elevación de los aranceles de importación de los productos que afectan a la economía también se enmarca en la lucha contra el contrabando, un flagelo y un cáncer terrible”.
Si reparamos en que el contrabando, según la Ley General de Aduanas es el “Ilícito aduanero que consiste en extraer o introducir del o al territorio aduanero nacional clandestinamente mercancías, sin la documentación legal, en cualquier medio de transporte, sustrayéndolos así al control de la aduana”, resulta fácil deducir que quienes incurren en este delito buscan evadir el control aduanero para así evitar pagar el arancel de importación (y otros impuestos, como el IVA y en algún  caso el IEHD y el ICE).
Entonces, al subir los aranceles para algunos productos ¿se espera que el contrabandista de esos bienes que ahora delinque para evitar el pago del arancel actual, mañana deje de hacerlo y acepte pagar un arancel mayor? Absurdo. La lógica indica que si se quiere desincentivar al contrabando, lo que debe hacerse es rebajar o eliminar los aranceles, así el delito será menos atractivo en términos económicos, en cuanto la práctica del contrabando representaría un ahorro menor respecto a importar legalmente la mercadería.
No en vano el empresariado nacional en más de una oportunidad se pronunció a favor de eliminar los aranceles a todos los productos que no se produzcan en Bolivia, como una forma de luchar contra el contrabando. Incrementar los aranceles y pensar que esta medida disminuirá el contrabando no tiene el menor sentido.
Entonces, soslayando por ahora el análisis sobre la conveniencia (o no) de incrementar aranceles para proteger la industria nacional, y considerando la propuesta citada en el párrafo precedente, parece pertinente preguntarse sobre el impacto económico del alza o disminución de los aranceles a la importación.
Repasando datos oficiales de la Aduana Nacional de Bolivia del año 2014, se aprecia que, en términos porcentuales, el GA (Gravamen Aduanero o arancel a las importaciones) representa solamente el 20% del total de las recaudaciones aduaneras sobre las importaciones. Por otra parte, el IVA representa el 73% de dichas recaudaciones. En el hipotético caso de que se busque luchar contra el contrabando eliminando el arancel para los productos que no se fabriquen en Bolivia, el impacto en las recaudaciones no sería mayor al 20%. Cabe, además, presumir que algunos actuales contrabandistas, al ver disminuido su ahorro por no declarar sus operaciones a la Aduana, optarían por ingresar su mercadería al país de forma legal, y aunque no pagarían el arancel de importación, sí pagarían el IVA, lo que haría que la disminución real en la recaudación sea menor al porcentaje arriba mencionado, que de hecho no llegaría ni al 20% considerado, pues no se eliminaría el arancel para todos los productos.
Me permito sugerir al lector que nos animemos a ver un poco más allá de la simple eliminación de aranceles para los productos que no se fabriquen en nuestro país. ¿Por qué otorgar arancel cero a proveedores extranjeros sin pedir nada a cambio? Lo más lógico sería pedir un tratamiento similar a los países de los más se importa y obtener así, por reciprocidad, arancel cero para las exportaciones bolivianas hacia esos países. Es decir, firmar tratados de libre comercio con esos países. De esa manera, sí se quitaría un incentivo al contrabando, y además se obtendrían ventajas para nuestro sector exportador.
Es cierto que la firma de acuerdos comerciales de libre comercio requiere de un trabajo previo intenso, que en lo posible garantice que el acuerdo final sea favorable a los intereses nacionales (para eso deben identificarse a los socios potenciales, productos sensibles, grados y curvas de desgravación, negociación de sub-partidas arancelarias y sus porcentajes de preferencia, etc.), pero ese trabajo redundaría efectivamente en ventajas para nuestro país.
Se debe recordar que un tratado de libre comercio elimina solamente el pago de aranceles, y no el de los otros impuestos que gravan a una importación (recordemos la importancia del IVA en las recaudaciones aduaneras). No en vano se suele decir con algo de ironía que la mayor expresión del libre comercio es el contrabando, pues éste elimina el pago de todos los impuestos a la importación, e incluso evita el registro de la operación por parte de las aduanas.
Coincido con el señor Álvaro García en que el contrabando es un flagelo. El país merece que se busque la mejor forma de luchar contra él.

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