Hace pocos días el MERCOSUR (Mercado
Común del Sur) grupo regional que está conformado por Argentina, Brasil, Paraguay
y Uruguay (Venezuela también logró su aceptación como miembro pleno, aunque
actualmente se encuentra suspendida en aplicación a la cláusula democrática del
grupo) firmó un acuerdo comercial con la UE (Unión Europea).
Este acuerdo es el fruto de
negociaciones que iniciaron el año 1999, es decir, que se firmó luego de veinte
años de trabajo. Su contenido es bastante amplio, y favorece a varios sectores de
cada parte firmante, aunque también incluye ciertas cláusulas que permiten que
cada bloque tenga la posibilidad de proteger sectores sensibles ante ciertas
condiciones del mercado.
No es la intención de estas líneas
el analizar los aspectos técnicos del acuerdo (ya se escribió bastante al
respecto en la prensa nacional e internacional) sino más bien reflexionar sobre
algo que pese a ser evidente hace bastante tiempo (y quizá por eso mismo) está
lejos de formar parte de la agenda nacional: el aislamiento comercial en que se
encuentra Bolivia.
En el caso específico de la UE,
resulta sorprendente que, de todos los países latinoamericanos, solamente dos
no tienen acuerdos comerciales firmados con el bloque europeo: Bolivia y
Venezuela. Eso coloca en clara desventaja comercial a estos dos países frente a
sus competidores latinoamericanos.
Centrando el análisis en Bolivia, los
acuerdos comerciales que se tienen firmados son con países latinoamericanos (no
todos, aunque sí los más importantes en términos comerciales), y con algunos
países africanos. No se consideran preferencias arancelarias que se tienen como
resultado de acuerdos concesionales (SGPs: Sistemas Generalizados de Preferencias),
es decir, preferencias otorgadas como una forma de ayuda a países en vías de
desarrollo y que pueden ser retirados de manera unilateral por los países
otorgantes.
De hecho, según datos de la OMC
(Organización Mundial del Comercio), Bolivia (junto con Venezuela y Ecuador) se
encuentra entre los países latinoamericanos con menos acuerdos comerciales
firmados, situación comparable solamente a algunos países africanos y los
asiáticos de menor desarrollo.
Comparando esta situación con Perú,
por ejemplo, ya que se trata de uno de nuestros mayores competidores en oferta
exportable (para toda la oferta de la parte occidental del país), se puede
comprobar que Perú tiene acuerdos comerciales firmados con (entre varios otros)
la UE, EE.UU., China, Japón y Australia. Con Chile (también vecino nuestro) se
presenta una situación similar.
Amerita un comentario aparte el
hecho de que los principales destinos de exportación de Bolivia, luego de
Brasil y Argentina (destinatarios de venta de gas) son EE.UU. y la UE. Una figura
similar se presenta en el caso de las importaciones: China es el mayor
proveedor, la UE el tercero, y EE.UU. el quinto, siendo que no tenemos acuerdos
con estos países.
Si eventualmente nuestro país
firmara acuerdos comerciales con estos países, resulta razonable suponer que
las exportaciones hacia estos mercados aumentarían, y las importaciones de esas
naciones se abaratarían para el comprador boliviano.
Por todo esto, es difícil
comprender el por qué nuestro país dejó totalmente de lado la negociación de
acuerdos como parte de su política comercial. Algunas opiniones apuntan a que
se subordinó el interés comercial del país a posiciones políticas. Incluso si
eso fuera cierto (aunque sería un gran error) podría buscarse un acuerdo
comercial con China, país con el que aparentemente se tienen afinidades
políticas.
Lo que no debe permitirse bajo
ningún concepto, es seguir el camino de aislamiento comercial que actualmente
parece haber elegido Bolivia. Para no depender económicamente solo del gas,
deben abrirse mercados para la oferta exportable del país.
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